Reivindicación del 20 de mayo
Por Fidel Vascós González
[21.05.2014]-
Actualización 1:20 pm de Cuba
Hay fechas que constituyen un parteaguas
en la vida de los pueblos y que marcan
“un antes y un después". Su influencia
es tal que generan encendidas polémicas
entre defensores y detractores de su
trascendencia. En estos casos se impone
la serenidad y el análisis balanceado.
Para ello deben tenerse en cuenta tanto
los aspectos objetivos del hecho en su
entorno concreto y en el devenir social,
como los subjetivos que emanan del alma
popular.
Para los cubanos, una fecha de estas
características es el 20 de mayo de
1902. Ese día simboliza la desaparición
del sistema colonial español que
aherrojó a la isla durante 400 años y
también concluyó la primera intervención
militar yanqui en Cuba. Los cubanos
supimos derrotar, tanto al coloniaje
peninsular como a los intentos de
anexión de la isla a Estados Unidos.
Estas victorias no son poca cosa.
Mediante la Constitución de 1901 se
estableció el Estado Nacional cubano. De
esta forma Cuba se incorporó al proceso
iniciado mundialmente a mediados y fines
del Siglo XV, con el surgimiento de los
Estados Nacionales, en Francia,
Inglatera y España.
Los actos del cambio de poderes contaron
con la presencia del Generalísimo Máximo
Gómez, el único de los grandes jefes de
la lucha por la independencia que
quedaba vivo. Gómez, ante el Gobernador
norteamericano Leonardo Wood, izó la
enseña nacional y exclamó: "! Hemos
llegado!", según recogieron los
periódicos de la época. Acompañando al
ulular de las sirenas en fábricas y
barcos surtos en el puerto, el pueblo
desbordaba masivamente las calles y
avenidas de la ciudad. Similares eventos
se desarrollaron a lo largo y ancho del
país.
Para el pueblo cubano de aquellos
tiempos, el hecho constituyó una
manifestación de inmenso júbilo que
mitigaba las desgarraduras sufridas
durante los años de la guerra
libertaria. La fecha constituye un
peldaño más en la larga batalla de
nuestro pueblo por alcanzar la libertad
política, la independencia económica y
la justicia social. Su relevancia quedó
recogida en el habla popular con la
frase "¡como un 20 de mayo!”, para
describir algún acontecimiento de
especial jolgorio y bulliciosa
manifestación.
Pero el 20 de mayo también tiene un lado
oscuro y de frustración. Ese día se
inauguró en Cuba otra forma de
dominación extranjera, distinta al
colonialismo español: el neocolonialismo
norteamericano. La aparente soberanía
alcanzada escondía un yugo de nuevo tipo
para la sufrida Nación cubana. Las
relaciones de explotación neocoloniales
se inauguraron en Cuba y, por ser
inéditas, sólo fueron aprehendidas por
las mentes preclaras del momento. La
generalidad de la conciencia nacional no
pudo comprender, en aquel instante, el
engaño de que era objeto.
Hay que tener en cuenta que el
imperialismo yanqui emergía con
creciente fuerza, y su proclamado
"destino manifiesto" aun no se percibía
claramente como una amenaza para otros
pueblos. Los patriotas cubanos de la
época no pudieron superar, con su lucha,
el obstáculo de estas condiciones
objetivas y subjetivas. La Constitución,
la bandera, el escudo y el himno
proclamados, tan caros para la Nación,
eran utilizados como fachada para
estafar al pueblo.
En su primer artículo, la Constitución
declaraba la voluntad nacional en los
términos siguientes: "Artículo 1.-El
pueblo de Cuba se constituye en Estado
independiente y soberano, y adopta, como
forma de gobierno, la republicana." Pero
la Enmienda Platt, impuesta por EEUU
como apéndice constitucional,
estableció, de facto, una República
neocolonial. En su tercer punto, de ocho
que contenía el texto de la Enmienda, se
establecía: "III.-Que el Gobierno de
Cuba consiente que los Estados Unidos
puedan ejercitar el derecho de
intervenir para la conservación de la
Independencia cubana, ..." De esta
forma, la administración norteamericana
podía actuar militarmente en Cuba cuando
estimara conveniente, como ocurrió en
1906 y, políticamente, como sucedió en
numerosas ocasiones.
También se debe destacar que este hecho,
tan negativo para la historia de Cuba,
refleja, a su vez, la fuerza del
espíritu independentista de los cubanos.
Desde principios del Siglo XIX el
gobierno norteamericano pretendía la
anexión de Cuba, convirtiéndola en un
estado federado más. Era la costumbre de
los gobiernos del Norte ampliarse como
país, adueñándose de los territorios
fronterizos. En el caso de Cuba, cuando
estaba ocupada por el ejército de
Estados Unidos, altos funcionarios de la
administración norteamericana pugnaban
por la anexión. El empuje
independentista de los cubanos impidió
que en 1902 el imperialismo del Norte
cumpliera ese objetivo. Pero impedir la
anexión fue una victoria parcial de
nuestro pueblo. Ante el rechazo de los
cubanos, el imperio inventó una nueva
fórmula explotadora y de disfrazada
dominación: el neocolonialismo. El afán
por concluir la obra independentista
truncada fue un acicate que promovió
posteriormente la formación
antimperialista del movimiento
revolucionario de Cuba. El imperialismo
extendió después a todo el planeta la
solución neocolonial encontrada para
nuestro país. De aquí también la nefasta
significación internacional de la fecha.
La plena independencia y soberanía
nacionales se completaron 57 años mas
tarde, el primero de enero de 1959. Fue
la Revolución Cubana, encabezada por
Fidel Castro, la que culminó la obra de
los libertadores del Siglo XIX y
suprimió las relaciones de explotación
neocolonialistas. El enero victorioso
recogió lo mejor de los acontecimientos
históricos precedentes del pueblo
cubano; entre ellos, lo positivo del 20
de mayo de 1902.
Los nuevos anexionistas de dentro y de
fuera del territorio nacional, subrayan
la fecha en la parte asociada a los
sueños imperiales de tragarse a Cuba. En
el colmo del cinismo, George W. Bush,
cuando ocupaba la silla presidencial,
convocaba a celebrar el 20 de mayo en
los jardines de la Casa Blanca,
deplegando un espectáculo contra Cuba.
Los cubanos patriotas, que son los más,
de dentro y de fuera, debemos rescatar
el 20 de mayo como una fecha nuestra,
con sus luces y sus sombras. Los avances
logrados en ese momento histórico
pertenecen a los cubanos que lucharon,
luchan y lucharán por la independencia y
soberanía nacionales. Si rebajamos la
conmemoración de la fecha, el imperio y
sus secuaces la tomarán como suya. Esta
reivindicación adquiere mayor
importancia en los momentos actuales,
cuando el pueblo de Cuba se afinca en la
historia para continuar fortaleciendo su
ideología revolucionaria. |