Che, el trabajo y el
hombre en la
construcción del
socialismo
Por Rafael Hojas
Martínez
Por MSc. Marlene Irene
Portuondo Pajón.
Prof.Auxiliar.
Universidad de Ciencias
Médicas de la Habana.
FCM “General Calixto
García” y la Lic. Alba
Rosa García Álvarez.
Instructor. Universidad
de Ciencias Médicas de
la Habana. FCM “General
Calixto García”
[10.08.2017]-
Actualización
6:30 pm de Cuba
El carácter socialista
de la Revolución cubana
fue enunciado el 16 de
abril de 1961, dejando
atrás la primera etapa
de la revolución: la
etapa democrática
popular, agraria y
antiimperialista; y
abriendo el cauce a
todas las
transformaciones
socialistas que se
aplicaron desde el punto
de vista de un Estado
que marcha a la luz de
los principios del
marxismo-leninismo.
En ese sentido, era
común en los análisis
del Che acerca de la
transición hacia el
socialismo, destacar el
papel de la conciencia
en la construcción de la
nueva sociedad. Él
advirtió una y otra vez
la necesidad de trabajar
con la conciencia,
teniendo en cuenta que
el individuo debe
recibir continuamente el
impacto educador del
poder social que lo
identifica con la
justicia social y los
beneficios que le aporta
esa nueva sociedad, la
socialista.
Reconoció que el régimen
socialista debe tener en
cuenta y utilizar el
estímulo material[1],
pues estuvo consciente
de las peculiaridades de
la revolución en el
tránsito hacia el
socialismo, donde el
interés material estará
presente durante un
tiempo en este proceso,
ya que “salimos de una
sociedad que no pensaba
nada más que en
estímulos materiales y
construimos una sociedad
nueva sobre la base de
aquella sociedad, con
toda una serie de
traslados en la
conciencia de la gente
de aquella vieja
sociedad […] El estímulo
material es el rezago
del pasado, es aquello
con lo que hay que
contar, pero a lo que
hay que ir quitándole
preponderancia en la
conciencia de la gente a
medida que avance el
proceso”.[2]
El cambio cualitativo en
lo que se consideran
necesidades básicas es,
sin embargo, una primera
diferencia radical: el
capitalismo rectorea el
consumo, no solamente
sobre el trabajo,
también en la producción
y en la distribución del
producto.
El Che difiere de estos
patrones de consumismo
que genera el
capitalismo, y si el
supuesto “crecimiento
constante de las
necesidades” se lograra,
la carrera del
desarrollo estaría
perdida para la economía
socialista, que tiene
que pedir sacrificios
muy prolongados para
lograr su acumulación y,
sobre todo, tiene que
organizar su economía
sobre otras bases,
racionales de consumo,
muy diferentes que las
bases capitalistas.
En “El socialismo y el
hombre en Cuba”, sobre
la base de las
experiencias de Cuba, el
Che investigó las
posibilidades de
realización de la
personalidad en el
socialismo; la necesidad
de su preparación
técnica-ideológica. El
“Hombre del siglo XXI…
-aclaró el Che- todavía
es una aspiración
subjetiva y no
sistematizada”.[3]
Estas ideas el Che las
sintetizó en la
definición que brindó de
socialismo:
“Podemos decir que la
definición del
socialismo es muy
sencilla, se define por
la productividad que
está dada por la
mecanización, por el
empleo adecuado de las
máquinas al servicio de
la sociedad, y por un
creciente aumento de la
productividad y de la
conciencia, que está
dada por poner a los
trabajadores todo lo que
de sí tiene en beneficio
de la sociedad.
Productividad –es decir:
mayor producción, más
conciencia – es
socialismo. Y nosotros
lo que tenemos ahora, es
que construir el
socialismo, aumentar la
productividad y aumentar
la conciencia día a
día”.[4]
¿CÓMO ENFRENTAR ESTE
PROBLEMA REAL?
Para el Che la
estimulación material
individual como vía
predominante es
equívoca, y se olvida
que “este tipo de
palanca adquiere
rápidamente categoría
per se y luego impone su
propia fuerza en las
relaciones entre los
hombres”.[5] En su
concepción, estimulo
material y conciencia
son términos
contradictorios.
Para desarrollar
sistemáticamente la
conciencia luchó contra
los conceptos y valores
de la vieja sociedad,
promoviendo sin descanso
el trabajo voluntario,
dando ejemplo de entrega
absoluta a la Revolución
para poder exigir,
luchando contra el
burocratismo, al que son
inherentes la
indecisión, el papeleo y
el conformismo.
El trabajo voluntario lo
concibió como factor
fundamental en el
desarrollo de la
conciencia de los
trabajadores[6]. En él
está presente la
obligación moral, pero
exige que no se imponga
a nadie a hacerlo porque
se le desnaturalizaría.
No solo exhorta,
cuestiona y critica la
sensación más
desagradable que uno
puede tener: es la de
perder el tiempo. Por
eso reclamó que el
trabajo voluntario no se
convirtiera en solución
acomodaticia de todo
problema de fuerza de
trabajo, de
desorganización o
tolerancia con lo mal
hecho, y exigió que se
estimulara y destacara
efectivamente a las
personas que se
colocaran a la
vanguardia de ese
esfuerzo.
Consideraba que la
promoción y su
organización debía
canalizarse por los
sindicatos y el Partido,
y que la emulación
socialista era un
mecanismo para la
educación de las masas
trabajadoras que a la
vez impulsa las
principales tareas de la
economía: “la norma
-afirmó el Che- es la
expresión de una
obligación moral del
trabajador, es su deber
social”[7], y no
meramente una medida
posible para tecnificar
la retribución al
trabajo y por
consiguiente la
dirección económica.
Aun cuando reconoció las
limitaciones de carácter
objetivo y subjetivo, el
Che vio en el trabajo,
particularmente, en el
voluntario, el medio
idóneo para la
sistematización del
hombre nuevo, pues esta
nueva categoría del
deber social que
alcanzaría el trabajo,
unido al desarrollo de
la ciencia y la técnica,
otorgaría al hombre su
plena condición humana
“cuando produce sin la
compulsión de la
necesidad física de
venderse como
mercancía”.[8]
Evidentemente, una
concepción tal del
trabajo entraña una alta
valoración de las
motivaciones morales en
la conducta de los
hombres.
Si bien defendió la
combinación de los
estímulos, y que
predominara el estímulo
moral, enfatizó que la
creación de una nueva
conciencia socialista,
“es el punto en que
debemos apoyarnos y
hacia donde debemos ir,
y hacer énfasis en él”.
[9]
Entre los estímulos
materiales preconizó el
colectivo, aunque
advirtió la necesidad de
crear un método eficaz
para que sea realmente
impulsor del plan y
evitar la corrupción que
se puede generar al
poner las empresas sus
intereses de obtener
ventajas e ingresos para
sus miembros sobre los
intereses de los
organismos y de la
sociedad.
¿CÓMO ENCARAR ESTO EN
LA SOCIEDAD SOCIALISTA
QUE SE QUIERE CONSTRUIR?
“Nosotros consideramos
–anotó el Che– como lo
consideraba
Marx,…Lenin,…que el
estímulo material es…un
residuo…que queda
reflejado en la mente de
los trabajadores como
necesidad objetiva en
toda esta época desde el
punto de vista
individual, y como tal,
es una realidad que hay
que tratar. Por lo
tanto, nosotros nunca
nos podemos oponer al
estímulo material y
negarlo, porque sería
negar la existencia de
la realidad”.[10]
En este proceso de
transformación de la
conciencia, que abarca
las más disímiles
esferas de la vida
espiritual de la
sociedad, encuentra la
acción
estético-educativa un
amplio espacio. Pues la
educación estética
persigue, por sobre
todas las cosas, la
categorización de los
valores, que responde al
desarrollo de una
elevada conciencia
–social o individual–,
sin la cual no puede
haber formación cultural
integral del hombre.
“[…] en momentos de
peligro extremo es fácil
potenciar los estímulos
morales; para mantener
su vigencia es necesario
el desarrollo de una
conciencia en la que los
valores adquieran
categorías nuevas. La
sociedad en su conjunto
debe convertirse en una
gigantesca escuela”.[11]
En la versión del Acta
inédita del 2 de octubre
de 1964 en el Ministerio
de Industrias, en
relación al estímulo
moral el Che expresó:
“[…] uno no puede estar
diciendo elogios
públicos reiterados de
cada empresa, yo no hago
elogio público de
ninguna empresa, es muy
raro. En grupo sí,
señalar las empresas que
andan mejor, por qué
considero que sí, eso es
un estímulo, decirle a
la empresa “miren
ustedes han mejorado,
tienen estos errores…Hay
veces que el trabajo de
algún compañero es
notable en algún caso y
se puede, y se debe
señalar. No tanto para
el compañero
propiamente, como para
que a los demás les
sirva de experiencia,
para que vayan a ver sus
propias
experiencias”.[12]
La tendencia al
predominio de la
estimulación moral no es
entonces una opción
“idealista” frente a
otra “materialista”:
“Cada vez se hace
constantemente la
discusión de que si el
estímulo material se
niega o no se niega y
entonces es la cuestión
de que “sea idealista”,
que todo lo va a
resolver al llamado de
la conciencia, el
estímulo moral y que ahí
se acaba todo”. Continúa
el Che: “y el hombre
come y la barriga del
hombre es la que está
determinando su acción,
y en definitiva eso es
cierto. Si la barriga
del hombre no determina
sus acciones, pues no
habría ninguno de estos
problemas, inclusive
estaría establecida la
teoría marxista que se
basa en términos
groseros digamos, de que
“el estómago del hombre
es lo más
importante”[13].
Y reflexionó: “Ahora el
estómago del hombre se
traslada un poquito a
todas las necesidades
del hombre. Entonces ya
no es estómago, como
estómago, sino el
estómago representando
todas las necesidades
del hombre, y ahí si ya
puede actuar la
conciencia. Es decir,
cuando un hombre…tiene
hambre física, que le
faltan cosas para meter
en las mandíbulas, es
difícil hablarles de
otras cosas, y el
esfuerzo fundamental hay
que hacerlo para darle
esas cosas físicas…Ahora
entre esa situación de
hambre y la situación de
la satisfacción de todas
las necesidades del
hombre en el comunismo,
hay una inmensa gama de
posibilidades…que están
determinadas por las
condiciones
históricas”.[14]
Para el Che, determinar
el problema de las
necesidades materiales
es importante. Ahí juega
un papel fundamental la
educación en el hombre,
es decir, “hay una
cantidad de necesidades
que son vitales y esas
hay que satisfacerlas:
si no la satisfacemos,
en verdad difícilmente
podremos avanzar”.[15]
Ante el dilema del
estímulo material, y la
interrogante acerca de
por qué no se aplicaba
al personal dirigente,
se debatió en la reunión
del Ministerio de
Industrias el 2 de
octubre de 1964. La
intervención del Ché
ante algunas de las
inquietudes formuladas
en esta reunión fue
decisiva:
“¿Moral?…Ah, material ¿a
los dirigentes también?
No, no, los dirigentes
de material nada. De los
dirigentes para abajo,
todo. No, y ahora que
Fidel me ha apoyado con
esto del espíritu
pequeño burgués
encarnado en el estado,
olvídense del material,
pero olvídense…Nosotros
no podemos crear a gente
que se mueva por
eso…Cuando la cosa llega
al bolsillo se acuerdan
de cosas que tiene que
hacer y por eso hay que
aplicarlo”.[16]
La moral en el Che,
forma parte sustancial
de la ideología de la
revolución, es una
expresión ideológica de
la conciencia que se
habrá de desarrollar al
máximo para evitar que
las relaciones
mercantiles se
conviertan en un fin en
sí mismo para la
construcción del
socialismo.
Por tanto los hombres
han de obtener de su
acción consciente y
organizada los cambios
de sí mismos y del orden
moral y de conciencia de
la sociedad que resultan
necesarias para avanzar
en la construcción del
socialismo,
entendiéndose este como
un proceso integrador y
dialéctico de los
factores económicos y
políticos, y de las
formas de la conciencia
social, que de manera
definida tiene como meta
el comunismo, como
resultado del más
elevado desarrollo
alcanzado por la cultura
material y espiritual en
el socialismo.
Evidentemente, el hombre
nuevo como categoría
social, debe ser reflejo
y resultado de las
propias transformaciones
económicas y sociales,
que tiene lugar en el
seno de nuestra
sociedad. Es decir,
síntesis de lo
transformado y a la vez
reflejo de lo que se
transforma.
Esta aparente
contradicción revela la
esencia dialéctica del
proceso, en que se
manifiestan sus rasgos.
Se trata de un hombre
condicionado por el
despliegue de las
potencialidades del modo
de vida socialista: un
modo de vida en
desarrollo.
Sin embargo, el hombre
de la vieja sociedad ha
sido superado según el
Che por el hombre de la
actual sociedad que se
construye, pero en
definitiva, un hombre de
transición, formado más
de futuro que de pasado,
y sus rasgos nuevos se
manifiestan en la
práctica, es decir, en
su conducta cotidiana. Y
esta revela sin
equívocos, que no se
trata de una
abstracción; sino de un
ente concreto
determinado por las
condiciones de la
construcción del
socialismo en Cuba.
“Cada vez que yo voy a
una fábrica y pregunto
cómo andan las asambleas
de producción, casi
religiosamente las
asambleas de producción
sí se hacen cada mes, y
casi religiosamente el
administrador de la
fábrica me dice: “bueno,
sí, las asambleas se
hacen cada mes, pero son
asambleas frías, viene
poca gente, la gente no
participa”.[17]
La importancia de la
participación de los
obreros en la dirección
de la fábrica es
considerada por el Che
como una palanca
necesaria en la
construcción de la nueva
sociedad.
Para el Che era
imprescindible la
necesidad de que los
mecanismos del
socialismo predominaran
en la sociedad, a través
de su desarrollo y
fortalecimiento con la
vanguardia política: el
Partido Comunista que
estaría desligado de
toda actividad
administrativa.
Esta vanguardia política
a través de su
ejemplaridad, promueve
una nueva actitud ante
el trabajo, la
producción y el consumo,
la educación, así como
fomenta una formación
revolucionaria, sobre
todo en la nueva
generación. Todo esto
constituye para el Che
una tarea inevitable en
la construcción del
socialismo.
El Che concibió que la
centralización no pueda
interpretarse como el
concepto de la
mecanización del hombre,
pues son dos cosas que
no tienen que ver una
con la otra. Por eso
aclaró:
“La centralización es la
capacidad de tener una
determinada cantidad de
decisiones en niveles
jerárquicos superiores.
Tampoco todos en el
ministerio, una gran
cantidad y cada vez más
en las empresas y otros
en las fábricas. Pero la
mecanización del
individuo sí va contra
todo desarrollo, es
decir, el individuo, uno
a uno y en masa, tiene
que aportar soluciones a
la fábrica, y la fábrica
tiene que recoger esas
soluciones, analizarlas
y discutirlas a través
de los delegados, del
partido, de la sección
sindical, trasladarla
hasta la empresa, y la
empresa tiene que
recogerla, analizarla,
resolver lo que pueda
resolver, y pasarlas al
ministerio que tiene que
hacer lo mismo. Hoy por
hoy no se cumple ninguno
de estos pasos”.[18]
Su interés era incidir
en la producción y la
economía en su conjunto,
y crear una nueva
actitud ante el trabajo
que ayude a resolver los
problemas que proceden
de las deformaciones de
las fuerzas productivas,
y del retraso y
desventajas de las
relaciones de producción
que el propio proceso
revolucionario establece
o se ve obligada a
mantener.
Para él, todas las
agencias del poder
revolucionario deben
trabajar en función de
construir el socialismo,
y eso equivale construir
a la vez la economía y
la conciencia. La
conciencia no es la
antítesis de la
economía.
En la concepción del Che
la conciencia es la
palanca fundamental, el
arma para lograr que las
fuerzas productivas y
las relaciones de
producción sociales
dejen de ser medios para
perpetuar la dominación,
como era en el
capitalismo. En su
desarrollo, la
conciencia registra el
avance de la nueva
sociedad, es un radical
cambio cultural.
Una idea permanente en
el Che en la
construcción del
socialismo, -con plena
vigencia hoy-, es el
estrecho vínculo entre
el socialismo y la moral
comunista: “El
socialismo económico sin
la moral comunista no me
interesa. Luchamos
contra la miseria, pero
al mismo tiempo luchamos
contra la alienación…Si
el comunismo descuida
los hechos de la
conciencia puede ser un
método de repartición,
pero deja de ser una
moral
revolucionaria”.[19]
[1] Ernesto Che Guevara.
Obras (1957-1967). Casa
de las Américas. La
Habana, 1970. t. II, pp.
187-188,
263-265,267-268, 269-270
y 372.
[2] Ernesto Che Guevara.
Discurso en la Asamblea
General de los
trabajadores de la
Textilera de Ariguanabo.
24 de marzo de 1963.
Escritos y discursos.
Ed. C. Sociales. La
Habana, 1977. T. 7. Pp
44
[3] Ernesto Che Guevara.
“ El socialismo y el
hombre en Cuba”. En
Obras (1957-1967). Casa
de las Américas. La
Habana, 1970. t. II, pp.
379-380.
[4] Ernesto Che Guevara.
“El socialismo y el
hombre en Cuba”. Ed.
cit. T.2, p. 138.
[5] Ernesto Che Guevara.
“Sobre el sistema
presupuestario de
financiamiento”. Obras
(1957-1967).Ed. cit. T.
II, p. 263.
[6] Ver en Ernesto Che
Guevara. “Una actitud
nueva frente al
trabajo”. Obras
(1957-1967). Ed.cit. t.
II, p. 334.
[7] Ernesto Che Guevara.
“Sobre el sistema
presupuestario de
financiamiento” Obras.
(1957-1967).Ed. cit. ,t.
II. P.270.
[8] Ernesto Che Guevara.
“El socialismo y el
hombre en Cuba”. Ed.
cit. T.2, p. 376
[9] Ernesto Che Guevara.
Discurso en la Asamblea
General de los
trabajadores de la
Textilera de Ariguanabo.
24 de marzo de 1963.
Escritos y discursos.
Ed. C. Sociales. La
Habana, 1977. T. 7. Pp
44
[10] Ernesto Che
Guevara. Discurso en el
Acto de graduación de la
escuela de
administradores
“patricio Lumumba”. 2 de
agosto de 1964. T. 8. P.
181
[11] Ernesto Che
Guevara. “El socialismo
y el hombre en Cuba”.
Obras (1957-1967). Ed.
Cit. T. II. P. 372.
[12] Ernesto Che
Guevara. Apuntes
críticos a la Economía
Política”. Ed. C.
Sociales. La Habana,
2012. P. 307
[13] Ernesto Che
Guevara. Reunión
bimestral. 22 de febrero
de 1964. En : Apuntes
críticos a la Economía
Política. Ed. C.
Sociales. La Habana,
2012. P.277
[14] Ibíd.
[15] Ibíd.
[16] Ernesto Che
Guevara. Versión de Acta
inédita. 2 de octubre de
1964. En: Apuntes
críticos a la Economía
Política. Ed. C.
Sociales. La Habana,
2012 p. 306.
[17] Ernesto Che
Guevara. Reunión
bimestral. 22 de febrero
de 1964. En : Apuntes
críticos a la Economía
Política. Ed. C.
Sociales. La Habana,
2012 p. 279.
[18] Idem. P. 280.
[19] Entrevista con Jean
Daniel.25.7.1963. “La
profecía del Che”. El
Che en la Revolución
cubana. T. IV.Ed. Min.
Del azúcar. La Habana,
1966. Pp469-470.
Tomado de
Trabajadores