Estados Unidos: Cómo los
multimillonarios se
convierten en
multimillonarios
Por James Petras
[21.10.2017]-
Actualización
9:30 am de Cuba
Estados Unidos tiene el
mayor índice de
desigualdad, la tasa de
mortalidad más alta, los
impuestos más regresivos
y el mayor subsidio
público a banqueros y
multimillonarios que
ningún otro país
desarrollado.
En este ensayo
examinaremos las raíces
socio-económicas de la
desigualdad y la
relación entre la
concentración de riqueza
y el retroceso de las
clases trabajadora y
asalariada.
CÓMO LOS
MULTIMILLONARIOS LLEGAN
A SER MULTIMILLONARIOS
La evasión impositiva,
en todas sus formas, es
una de las fuentes más
constante de la riqueza
de los multimillonarios.
Contrario a lo que dice
la propaganda mediática
a favor de los negocios,
entre un 67 y un 72% de
las corporaciones no
pagan ni un céntimo
después de los créditos
y exenciones fiscales
que reciben… mientras
que los trabajadores
pagan de un 25 a un 30%
de sus ingresos en
impuestos. La tasa de la
minoría de corporaciones
que pagan impuestos fue
del 14%.
Según el Servicio de
Renta Interna de EE.UU.
(IRS, según sus siglas
en inglés), la evasión
impositiva de los
multimillonarios
asciende a $458 mil
millones de dólares por
año, casi un billón de
dólares en pérdida de
ingreso público cada dos
años, según este cálculo
moderado.
Las corporaciones más
grandes de EE.UU.
guardan más de 2,5
billones de dólares en
paraísos fiscales del
exterior, donde no pagan
impuestos o pagan
impuestos bajísimos de
menos del 10% de tasa
impositiva.
Mientras tanto, las
corporaciones
estadounidenses en
crisis se beneficiaron
de una ayuda de más de
$14,4 billones de
dólares (Bloomberg
solicitó 12,8 billones)
de dinero público, de
fondos combinados entre
el Tesoro y la Reserva
Federal, provenientes
mayoritariamente de los
contribuyentes
estadounidenses, que en
su mayoría son
trabajadores, empleados
y jubilados.
Los banqueros que se
beneficiaron del rescate
con dinero público
invirtieron los
préstamos sin interés o
con bajas tasas de
interés y ganaron miles
de millones, la mayor
parte de los cuales
provino de ejecuciones
hipotecarias de
viviendas de la clase
trabajadora.
A través de resoluciones
judiciales favorables y
ejecuciones hipotecarias
ilegales, los banqueros
desalojaron a 9,3
millones de familias.
Más de 20 millones de
personas perdieron sus
propiedades, a menudo
debido a deudas ilegales
o fraudulentas.
Una pequeña cantidad de
estafadores financieros,
incluyendo ejecutivos de
los principales bancos
de Wall Street (Goldman
Sachs, J. P. Morgan y
otros), pagaron multas,
pero nadie fue a la
cárcel por el gigantesco
fraude que causó la
miseria de millones de
estadounidenses.
Hay otros banqueros
estafadores, como el
actual Secretario del
Tesoro, Steve Mnuchin,
que se enriquecieron con
ejecuciones hipotecarias
ilegales de miles de
viviendas en California.
Algunos fueron
enjuiciados, pero todos
fueron exonerados,
gracias a la ayuda dada
por líderes del Partido
Demócrata durante el
gobierno de Obama.
Silicon Valley y sus
multimillonarios
innovadores hallaron
nuevas maneras de evadir
impuestos usando
paraísos fiscales en el
exterior y deducciones
impositivas dentro del
país. Incrementan su
riqueza y las ganancias
corporativas pagando
localmente salarios en
el umbral de pobreza a
sus trabajadores
manuales y de servicios.
Los ejecutivos de
Silicon Valley “ganan”
mil veces más que los
trabajadores del sector
productivo.
Las desigualdades de
clase son enfatizadas
con las divisiones
étnicas: los
multimillonarios
blancos, chinos e indios
(de la India) explotan a
trabajadores
afroamericanos,
latinoamericanos,
vietnamitas y filipinos.
Los multimillonarios en
conglomerados
comerciales como Walmart,
explotan a los
trabajadores pagándoles
salarios de miseria y
proveyéndoles beneficios
escasos o nulos. Walmart
obtiene $16 mil millones
de dólares de ganancias
por año gracias a que
solo le pagan a sus
trabajadores entre $10 y
$13 dólares por hora y
dependen de la
asistencia estatal y
federal para que le
brinde a las familias
empobrecidas el servicio
Medicaid [1] y cupones
para alimentos. El
plutócrata de Amazon
Jeff Bezos explota
trabajadores pagándoles
$12,5 por hora mientras
que él ha acumulado más
de $80 mil millones de
dólares en ganancias. El
CEO de la empresa UPS
gana $11 millones por
año explotando a sus
trabajadores con un pago
de $11 por hora. El CEO
de Federal Express, Fred
Smith, gana $16 millones
anuales y le paga a sus
trabajadores $11 por
hora.
La desigualdad no es un
resultado de la
“tecnología” ni de la
“educación” -eufemismos
contemporáneos que
alimentan el culto de
superioridad de la clase
dominante- como les
gusta decir a los
economistas y
periodistas liberales y
conservadores. La
desigualdad es el
resultado de los
salarios bajos, las
enormes ganancias
corporativas, las
estafas financieras, la
evasión impositiva
multimillonaria y la
entrega de miles de
millones del tesoro
público a las
corporaciones. La clase
gobernante domina la
“tecnología” de explotar
el Estado a través del
saqueo de su erario y de
la clase trabajadora. La
explotación capitalista
de trabajadores del
sector productivo con
salarios bajos provee
miles de millones
adicionales a las
fundaciones
filantrópicas
multimillonarias
asociadas para pulir su
imagen pública usando
otra forma de evasión de
impuestos: las
“donaciones”, que sirven
para exaltar su propia
importancia.
Los trabajadores pagan
impuestos
desproporcionados en
educación, salud,
servicios públicos y
sociales y subsidios a
los multimillonarios.
Los multimillonarios en
la industria
armamentista y los
conglomerados de
seguridad y mercenarios
reciben más de $700 mil
millones de dólares del
presupuesto federal,
mientras que más de 100
millones de trabajadores
estadounidenses carecen
de atención sanitaria
adecuada y sus hijos
asisten a escuelas en
edificios deteriorados.
TRABAJADORES Y JEFES:
TASAS DE MORTALIDAD
Los multimillonarios y
sus familias disfrutan
de una vida más larga y
saludable que los
trabajadores. No
necesitan ni de seguros
médicos ni de hospitales
públicos. Un CEO vive un
promedio de diez años
más que un trabajador y
disfruta de veinte años
más de condiciones de
vida saludable.
La atención médica
privada provee los
tratamientos más
avanzados y seguros,
incluyendo los
medicamentos más
efectivos, lo que
permite que los
multimillonarios y su
familia vivan más y en
mejores condiciones. La
calidad del servicio
médico en general, y la
alta capacitación de los
profesionales a cargo
presentan un agudo
contraste con el
servicio médico
disponible para el resto
de la población. Esta
situación crea un
apartheid, o sistema
segregado, en la
atención médica en EE.UU.
Los trabajadores son
tratados y maltratados
por el sistema de salud:
Reciben tratamiento
médico inadecuado y, a
menudo, inepto; atención
superficial de parte de
asistentes médicos sin
experiencia y terminan
siendo víctimas de una
extendida práctica de
exceso de medicación con
narcóticos y otros
medicamentos altamente
adictivos. La medicación
excesiva recetada por
“profesionales”
incompetentes ha
contribuido de manera
significativa a la
muerte precoz de
trabajadores, ha
incrementado los casos
de sobredosis de
opiáceos, discapacidad
causada por adicciones y
el descenso en la
pobreza, que muchas
veces trae consigo la
pérdida del hogar. Estas
prácticas irresponsables
han creado ganancias
multimillonarias
adicionales a las
empresas aseguradoras de
élite, las cuales pueden
suspender las pensiones
y las responsabilidades
de los seguros médicos
cuando los trabajadores
lesionados, enfermos,
discapacitados o adictos
salen del sistema o
mueren.
La reducción de la
expectativa de vida de
los trabajadores y
miembros de su familia
es un motivo de
celebración para Wall
Street y la prensa
financiera. Más de
560.000 trabajadores
murieron por el uso de
opiáceos entre 1999 y
2015, lo que contribuyó
a bajar la expectativa
de vida de los
asalariados y redujo las
responsabilidades para
pagar pensiones tanto de
Wall Street como del
Seguro Social (Social
Security).
Las desigualdades son
acumulativas y afectan a
varias generaciones y
sectores sociales.
Las familias de los
multimillonarios, hijos
y nietos, heredan miles
de millones. Tienen
acceso privilegiado a
las escuelas y a las
clínicas más
prestigiosas; y
convenientemente se
enamoran de personas
igualmente privilegiadas
y bien conectadas con
las que unen fortunas y
forman imperios
financieros aún más
grandes. Su riqueza les
permite comprar una
cobertura de prensa
favorable, incluso
servil, y les garantiza
acceso a los abogados y
contadores más
influyentes para
encubrir estafas y
evasión impositiva.
Los multimillonarios
contratan a innovadores
y managers de maquilas
-con diplomas en
negocios (MBA)- para que
inventen nuevas maneras
de recortar los
salarios, incrementar la
productividad y
asegurarse de que las
desigualdades se
profundicen aún más. Los
multimillonarios no
tienen que ser ni los
más brillantes ni los
más innovadores, puesto
que ellos pueden
simplemente comprar en
el “libre mercado” ese
talento y descartarlo a
su antojo.
Los multimillonarios
compran a otros o se
unen a otros, formando
directorios entrelazados
(interlocking
directorates [2] ).
Bancos, tecnología de la
información, fábricas,
almacenamiento,
alimentos, artefactos,
laboratorios
farmacéuticos y
hospitales están
directamente
relacionados con las
élites políticas que se
deslizan por las puertas
rotatorias para reunirse
con el FMI, el Banco
Mundial, el Tesoro de
EE.UU., los bancos de
Wall Street y los
prestigiosos bufetes de
abogados.
CONSECUENCIAS DE LAS
DESIGUALDADES
En primer lugar, los
multimillonarios y sus
asociados políticos,
legales y corporativos
ejercen un dominio sobre
los partidos políticos.
Designan a los líderes y
a todo aquel que
desempeñe un puesto
clave asegurándose que
los presupuestos y las
medidas políticas
incrementarán sus
ganancias, erosionarán
los beneficios sociales
de las masas y
debilitarán el poder
político de las
organizaciones
populares.
En segundo lugar, se
traslada el peso de la
crisis económica sobre
los hombros de los
trabajadores: los echan
y los vuelven a
contratar a tiempo
parcial, como mano de
obra temporal. Los
rescates con dinero
público, aportado por
los pagan impuestos, son
subsidios que los
multimillonarios reciben
gracias a la doctrina
que sostiene que los
bancos de Wall Street
son demasiado grandes
para fracasar y los
trabajadores son
demasiado débiles para
defender su salario,
trabajo y estándar de
vida.
Los multimillonarios
compran a las élites
políticas, que a su vez
designan a las
autoridades del Banco
Mundial y del FMI que
tienen la tarea de
establecer políticas que
congelen o reduzcan los
salarios, recorten las
obligaciones de las
corporaciones y de la
salud pública y aumenten
las ganancias
privatizando empresas
públicas y facilitando
el traslado de las
corporaciones a países
con salarios e impuestos
más bajos.
Como resultado, los
trabajadores -que
reciben pago por hora o
por mes- están menos
organizados y tienen
menos influencia;
trabajan más por menos
dinero, sufren mayor
inseguridad laboral y
más lesiones -físicas y
mentales- en el lugar de
trabajo, caen en el
deterioro y la
discapacidad, salen del
sistema, mueren
anticipadamente y más
pobres y, en el proceso,
proveen ganancias
inimaginables para la
clase multimillonaria.
Incluso las adicciones y
la muerte son fuente de
ganancia -como puede
atestiguar la familia
Sackler, fabricante de
Oxycontin [3] .
Los multimillonarios y
sus acólitos políticos
sostienen que una
agudización del sistema
impositivo regresivo
incrementaría
inversiones y puestos de
trabajo. Los datos dicen
otra cosa. El grueso de
las ganancias
repatriadas se usa para
comprar acciones de la
propia cartera con el
fin de incrementar las
ganancias de sus
inversores; no se
invierten en la economía
productiva. Los
conglomerados entienden
que menos impuestos y
más ganancias es igual a
más compras de empresas
(más concentración) y
mayor migración hacia
países con salarios más
bajos. En realidad, los
impuestos son menos de
la mitad de lo que dice
la tasa y son un factor
principal en la
agudización de la
concentración de riqueza
y poder -ambos causa y
efecto a la vez.
Las élites corporativas,
los multimillonarios del
complejo Silicon Valley-Wall
Street están
relativamente
satisfechos de que sus
preciosas desigualdades
sean garantizadas y
expandidas con los
presidentes Demócratas y
Republicanos, mientras
continúan los “buenos
tiempos”.
Lejos de la élite
multimillonaria, los
capitalistas locales
también claman por mayor
inversión pública en
infraestructura para
expandir la economía
interna, menos impuestos
para aumentar las
ganancias y más
subsidios estatales para
incrementar la
capacitación de la
fuerza de trabajo
mientras se reducen los
fondos para salud y
educación pública. No
son conscientes de la
contradicción que esto
involucra.
Dicho de otra manera, la
clase capitalista como
un todo, la nacional y
la internacional,
persiguen las mismas
políticas regresivas,
promoviendo la
desigualdad en su lucha
por incrementar su parte
en las ganancias.
Ciento cincuenta
millones de
contribuyentes
asalariados han sido
excluidos de las
decisiones
socio-políticas que
influyen directamente en
su salario, empleo,
tasas de impuestos y
representación política.
Ellos entienden o por
los menos tienen la
vivencia de cómo
funciona el sistema de
clases. La mayoría de
los trabajadores conocen
las injusticias
derivadas de los falsos
“tratados de libre
comercio” y del sistema
impositivo regresivo que
abruman a la mayoría de
los trabajadores.
Sin embargo, la
desesperación y
hostilidad del
trabajador se enfoca
directamente contra los
“inmigrantes” y contra
los “liberales” que han
apoyado la importación
de mano de obra barata y
poco calificada con el
disfraz de “libertad”.
Esta imagen
“políticamente correcta”
de la mano de obra
importada sirve para
encubrir una política
que ha servido para
abaratar los salarios,
beneficios y condiciones
de vida del trabajador
de EE.UU, ya sea en la
tecnología, construcción
o sector productivo. Los
conservadores
adinerados, por otra
parte, se oponen a la
inmigración con el
disfraz de “ley y orden”
y para bajar el gasto
social -a pesar del
hecho de que todos ellos
usan los servicios de
niñeras, tutores,
enfermeras, doctores y
jardineros. Sus
sirvientes pueden
también ser deportados
si fuera conveniente.
Los temas planteados a
favor o en contra de los
inmigrantes eluden la
causa de origen de la
explotación económica y
la degradación social de
la clase trabajadora: la
alianza entre la clase
multimillonaria y la
élite política.
Para revertir las
prácticas impositivas de
carácter regresivo y la
evasión de impuestos,
los bajos salarios y el
incremento de las tasas
de mortalidad causado
por narcóticos y otras
causas que se pueden
prevenir -que redundan
en ganancias para las
compañías aseguradoras y
la industria
farmacéutica- es
necesario forjar
alianzas que conecten a
los trabajadores,
pensionados,
estudiantes,
discapacitados,
ciudadanos desalojados,
deudores, subempleados e
inmigrantes como una
fuerza política
unificada.
¡Es más fácil decirlo
que hacerlo, pero al
menos hay que
intentarlo!
Absolutamente todo está
en juego: vida, salud y
felicidad.
Notas de la traductora:
[1] Medicaid es un
programa que provee
servicios médicos a las
personas de recursos
limitados. Cofinanciado
por el gobierno federal
y los gobiernos
estatales, es
administrado por cada
estado, el que tiene
amplio poder de decisión
para determinar quién
puede acceder al
programa.
[2] Intelocking
directorate se refiere a
la relación entre
miembros de directorios
de diferentes
corporaciones en la que
la misma persona forma
parte de varios
directorios. La conexión
cobra mayor relevancia
cuando los productos de
las empresas
involucradas se supone
que deben competir en el
mismo mercado, pero, por
conflicto de intereses
no lo hacen y, por
tanto, no cumplen con
las leyes federales
antimonopólicas, como la
ley Clayton, que prohíbe
específicamente la
existencia de
directorios
entrelazados.
[3] Oxycontin:
analgésico opiáceo de
acción prolongada.
(Publicado en el blog
del autor/Traducido para
Rebelión por Silvia
Arana)